Editoriales

Marcha de orgullo y dignidad

Es irreverencia pero más que nada malicia, un concejal capitalino, soltó su lengua y

determinó que la diversidad sexual es algo “anti natural”, extraña calificación para quien se arroga la facultad suprema de indicar quiénes son los naturales de esta sociedad y quiénes no. La Marcha por el Orgullo en Salta, estuvo dedicada a esa ofensa gratuita e inmerecida, basada en una ignorancia a la que se aferra la oligarquía local.

Trajes, disfraces, estandartes, carteles, maquillajes, pelucas, tacones, cuerpos esculturales, todo pobló la tarde lluviosa y gris del primer fin de semana de noviembre. La última etapa del año comienza a palpitarse en un en torno cada vez más hostil para la persona común que vive en Argentina. Salta no es la excepción, el clima de incertidumbre, inseguridad y deshumanización se apodera de todos los ámbitos, todos los días ¿Es preciso a esto sumarle un castigo arcaico y deshonesto sobre una decisión que es sólo de índole estrictamente personal?

El gran problema del conservadurismo imperante es que va por la esclavitud de la persona humana en todos los sentidos, por lo que se han propuesto quitar todos los derechos individuales y colectivos que propenden al igualitarismo. Necesitan la exclusión en áreas relevantes como la educación –en la que buscarán terminar con el acceso libre y gratuito a las instituciones en todos sus niveles- achicar la planta docente y sólo concentrar el ingreso de alumnos en sectores con mejores perspectivas económicas –que al paso de este sistema basado en el financismo- pocos lugares del país ostentarán la categoría de prosperidad económica.

Lxs ciudadanxs que marcharon con todos los colores, no sólo plantean su derecho a una libre identidad sino que además advierten al conjunto social sobre las graves consecuencias de las persecuciones alentadas desde un Estado que avaló los dichos terroristas de un sector partidario que hoy lidera el momento político. El patoterismo electoral al cual apeló quien desde una banca municipal fuera electo para asumir próximamente una provincial, es una persona que dice identificarse con ideas religiosas, muy alejadas de su práctica pública. Desde ya advertimos que “la cacería” es más un mecanismo de supervivencia bestial que una premisa humana.

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