Editoriales

Femicidios impunes por Justicia Patriarcal

Lucía Pérez, asesinada en su condición de mujer, atacada en banda por proveedores de droga, no sólo fue la víctima fatal de un crimen aberrante. En su muerte es aún víctima de la violación repetida infinitamente por los miembros del tribunal que eligieron…

condenar a los femicidas por el sólo hecho de haber vendido drogas a la joven.
Lucía, empalada, violada, drogada por sus captores, no evidenció rasgos de haber luchado por su vida. Es decir, que antes de morir una mujer frente a 3 agresores sexuales deberá procurar dejar un escenario sangriento que haga constar al proceso judicial argentino su negación al sexo forzado en condiciones involuntarias por consumo de sustancias tóxicas, incluídas, el alcohol y las drogas. Además de un curriculum que muestra vida moral correcta y todo aquello que frente al patriarcado y sus perversiones, logre sumar hasta alcanzar una condena “justa”
A la fallecida joven marplatense Lucía Pérez, se le exigió que aún muerta, revierta la carga de la prueba que sus asesinos presentaron para justificar que empalada y violada fue ella por placer.
LA CIDH en su momento -año 2006 caso el penal Miguel Castro Castro vs Perú-  reconoció que “la violencia sexual se configura con acciones
de naturaleza sexual que se cometen en una persona sin su consentimiento, que además de comprender la invasión física del cuerpo humano, pueden incluir actos que no involucren penetración o incluso contacto físico alguno” En este mismo caso, se invocó  la jurisprudencia del Tribunal Internacional Criminal para Ruanda en el caso Akayesu había defi nido “violación sexual” como: “una invasión física de naturaleza sexual, cometidas en una persona en circunstancias que son coercitivas”. Dicho tribunal además notó “que mientras violación sexual ha sido
históricamente defi nida en las jurisdicciones nacionales como relaciones sexuales no consentidas, variaciones en la forma de violación sexual pueden incluir actos que envuelven la inserción de objetos y/o el uso de orifi cios del cuerpo no considerados intrínsicamente sexuales”, cuestión que al parecer ignoró el tribunal que juzgó y liberó a los femicidas de Lucía. 
Argentina, su crisis institucional y política está en el peor momento porque la corrupción sólo es posible en un sistema sustentado por el neofascismo, el capitalismo económico y el colonialismo social.
Cuando la lic. Rita Segato demuestra en sus investigaciones sociales que el cuerpo de la mujer es un territorio de guerra, también se refiere a esto.
Los que parecen hombres -machos- poderosos, sólo son impunes. EL FEMICIDIO MARCHA A EXIGIR CONVERTIRSE EN UNA FIGURA DENTRO DE LOS CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD porque el odio hacia nosotras es el principal agente movilizador del Patriarcado Judicial.
La CIDH definió a la violencia de género como un método de tortura y con ello generó un cambio en la responsabilidad del Estado.
También en este escenario cabe que nos preguntemos por el inicio de un patrón conductual arraigado en los hombres en su rol de machos. Bien vale el ejemplo del espantoso “juego” que estudiantes universitarios realizaron en la UNSA – Salta- colocando un camino de bolsas de consorcios, negras, en las que simulaban contener cuerpos de mujeres muertas. Una intervención nefasta con mensajes como “Marta está muerta porque salió de la cocina” Los grupos de reacción en esta sociedad, atravesada por estos tiempos de crisis, revelan el sustrato ideológico en el que se erigen las conductas que luego se convierten en delitos y en esto, la creciente vulnerabilidad de ancianxs, mujeres y niñeces. Los odios exacerbados guardan una simétrica relación con movimientos políticos de derecha y con esto, un sentir y un hacer que devienen en las criminalidades de la sociedad occidental.
Ante esto la respuesta inequívoca es el Feminismo como movimiento. No hay modo de recuperar la institucionalidad de la República sino a través de una democracia participativa, inclusiva y por antonomasia; feminista. Con mores sociales fundamentados en la solidaridad -sororidad- en donde el eje es posibilitar las seguridades suficientes y necesarias para salvaguarda de la vida de las personas más vulnerables.
La responsabilidad estatal está sobradamente comprobada, pues los estándares que se aplican en los juicios deben ser más que claros y un espacio para corregir en modo conjunto, sin dudas, lo representa la universidad. Estos campos emergentes en el actual escenario argentino, dejan ver fallas en las estructuras morales de las instituciones. No es menor el rol de la prensa, como difusora de mensajes, pero también como actor social en la pedagogía que imprime cada persona jurídica con su consecuente conducta.
El silencio, la indiferencia, la persecución, represión, prejuicios y todo lo que trae aparejado el estado de situación, a la larga no harán más que empeorar las cosas.
Así el Movimiento Feminista en Argentina particularmente y en el mundo, representa un modelo que se construye a diario, como legítima respuesta a las demandas acuciantes de la humanidad denigrada. 

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